"Mala" i "bona" consciència en Heidegger. Reflexió i confessió personal..

16 de Març del 2024. Ahir hi va haver la confessió. Encara que tenc pecats no em vaig confessar. Ahir no estava per rememorar els pecats. Estic acabant Ser y tiempo i em ve al cap com Heidegger xerra de la "bona" consciència i la "mala" consciència. Per ell la "bona" consciència realment no és consciència. No recordar les faltes seria "bona" consciència. Així, si tens pecats i els recordes o els confesses la "mala" consciència augmenta. Per ventura és bo confessarlos per oblidarlos, és a dir no recordar-los més, i essent perdonat evitar penes futures, i així no seguir escoltant la consciència culpable però també la meditació pot ser una eina per evitar els efectes del pecat. Encara que una ment activa no pot estar massa temps meditant sinó que necessita moure's per mantenir-se viva. La precaució amb el pecat és important per poder mantenir l'activitat de la ment i la vida i no ser presa d'una "mala" consciència que ens destrueix. Així la pràctica cristiana pot mantenir l'esperit saludable i encara que culpable no massa destruït per un excés de consciència que sempre és culpable. CITA. SER Y TIEMPO de Martin Heidegger. Comencemos por discutir el último de los reparos mencionados. En todas las interpretaciones de la conciencia, la "mala" conciencia o conciencia "culpable" tiene la primacía. Conciencia es primariamente "mala" conciencia. Se pone aquí de manifiesto el hecho de que lo primero que se experimenta en toda experiencia de la conciencia es una cierta "culpabilidad". Pero ¿cómo se entiende esta manifestación de la propia maldad en la idea de la mala conciencia? La "vivencia de la conciencia" surge después que se ha cometido u omitido el acto. La voz sigue a la transgresión y señala hacia atrás, hacia el hecho por el cual el Dasein se ha cargado de culpa. Cuando la conciencia denuncia un "ser-culpable", esta denuncia no se lleva a cabo como una intimación a, sino como un remitir recordatorio a la culpa contraída. Pero el "hecho" de que la voz "venga después" ¿excluye la posibilidad de que, en el fondo, la llamada sea un llamar hacia adelante? Que la voz sea captada como un movimiento consecutivo de la conciencia no es de suyo prueba de una comprensión originaria del fenómeno de la conciencia. ¿Y si el hecho de haber incurrido en culpa no fuese sino la ocasión para el clamar fáctico de la conciencia? ¿Y si la interpretación usual de la "mala" conciencia se quedase a medio camino? Que ello es así, resulta claro cuando se considera el "haber previo" ontológico en el que el fenómeno queda puesto en esta interpretación. La voz es algo que emerge, que tiene su lugar dentro de la secuencia de las vivencias que (291) están-ahí, y que sigue a la vivencia del acto. Ahora bien, ni la llamada, ni el acto acaecido, ni la culpa en que se incurre, son eventos con el carácter de algo que está-ahí y que transcurre. La llamada tiene el modo de ser del cuidado. En la llamada el Dasein "es" anticipándose a sí mismo, de tal suerte que a la vez, se dirige hacia atrás, hacia su condición de arrojado. La posibilidad de considerar la voz como algo que "viene después", es decir, como algo posterior, que por consiguiente necesariamente remite hacia atrás, surge tan sólo cuando desde la partida se concibe el existir [Dasein] como la trama secuencial de un sucederse de vivencias. Es cierto que la voz llama hacia atrás, pero, por encima del acto acaecido, hacia el arrojado ser-culpable, que "precede" a toda caída en culpa. Pero la llamada hacia atrás llama al mismo tiempo hacia adelante, hacia el ser-culpable en cuanto tiene que ser asumido en la existencia propia, de tal suerte que el modo existentivo propio de ser-culpable viene justamente "después" de la llamada, y no a la inversa. La mala conciencia, lejos de ser, en el fondo, tan sólo censurante y remisiva al pasado, llama hacia atrás, hacia la condición de arrojado, remitiendo hacia adelante. El orden de sucesión del transcurrir de las vivencias no nos da la estructura fenoménica del existir. Si ni siquiera la caracterización de la "mala" conciencia alcanza al fenómeno originario, esto vale todavía más para la caracterización de la "buena" conciencia, ya se la considere como una forma autónoma de la conciencia, ya como esencialmente fundada en la "mala" conciencia. Si la "mala" conciencia da a conocer un "ser-malo", la "buena" debiera dar a conocer el "ser-bueno" del Dasein. Se echa fácilmente de ver que de esta manera la conciencia, que antes era la "emanación del poder divino", se convierte ahora en esclava del fariseísmo. Ella tendría que hacer que el hombre dijera de sí mismo: "Yo soy bueno". ¿Quién puede decir esto, y quién estará más lejos de autoaprobarse que precisamente el bueno? Pues bien, esta insostenible consecuencia de la idea de la buena conciencia pone tan sólo de manifiesto que la conciencia proclama un ser-culpable. Para evitar esta consecuencia se ha interpretado la "buena" conciencia como privación de la "mala", y se la ha definido como "la vivencia del no-darse de una mala conciencia". Por consiguiente, la buena conciencia sería la experiencia del no emerger de la llamada, es decir, del hecho de que no tengo nada que reprocharme. Pero ¿cómo es "vivido" ese "no-darse" [de la mala conciencia]? Esta presunta vivencia no es en absoluto la experiencia de una llamada, sino que consiste en asegurarse de que un acto imputado al Dasein no ha sido realizado por él y que, (292) por consiguiente, él es inocente. Pero, estar cierto de no haber realizado algo no tiene en absoluto el carácter de un fenómeno de la conciencia. Por el contrario: este estar cierto puede significar, más bien, un olvido de la conciencia, es decir, ponerse fuera de la posibilidad de ser interpelado. Aquella "certeza" lleva consigo una tranquilizante represión del querer-tener-conciencia, es decir, de la comprensión del más propio y permanente ser-culpable. La "buena" conciencia no es ni una forma autónoma ni una forma fundada de conciencia, es decir, no es en absoluto un fenómeno de conciencia. SER Y TIEMPO. Martin Heidegger.

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